Una muestra menor
Blanca
González Rosas
La exposición Leonardo Da Vinci y la idea de la belleza, que se presentó en el
Museo del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México del 23 de junio al 27
de agosto del año en curso, fue una exposición modesta, cuestionable e
indignante por el trato que se dio a los ciudadanos que asistieron (Blanca
González Rosas, Leonardo y Miguel Ángel: una tomadura de pelo, Revista Proceso, 2026).
Provenientes de una exposición
organizada por el Museo de Arte Muscarelle que se encuentra en el Colegio
William and Mary en Williambsburg, Virgina, USA, la exposición mexicana, a
diferencia de la original que se expuso del 21 de febrero al 5 de abril en el
Muscarelle y, del 15 de abril al 14 de junio en el Museo Fine Arts de Boston,
USA, no contó ni con el mismo número de piezas ni con todas las obras más
sobresalientes.
Definida por el Muscarelle como una
exposición de gabinete –lo que significa que es pequeña e intimista-, la
muestra en Estados Unidos contó con 25 obras a diferencia de las 15 de México.
Si 25 hacían una exposición de gabinete, 15 eran todavía menos apropiadas para
ser consumida por tumultos.
Organizada para un museo
universitario y una sección de un museo estatal –y no para un museo nacional
como el Palacio de Bellas Artes-, en la versión de México sólo dos piezas eran realmente
sobresalientes: La cabeza de una joven
mujer o estudio para el ángel de la pintura conocida como Virgen de las Rocas –perteneciente a la
Galería Nacional de Londres-, y el Códice
sobre el vuelo de las aves del cual, por tratarse de un libro, sólo podían
exponerse dos páginas.
A diferencia de la exhibición en
Estados Unidos, la de nuestro país no integró la el espléndido dibujo Mirándose uno al otro, en el que un hombre
viejo de perfil mira a otro joven de frente y también de perfil.
En su mayoría, casi el 70% -o 10 piezas
de 15-, las obras expuestas fueron atribuciones o creaciones de seguidores de
Da Vinci.
En cuanto al compromiso de narrar la
idea de belleza del renacentista, la posibilidad de contar esa historia a
partir de creaciones ajenas, desequilibra la solidez de un concepto curatorial
coherente con la selección y narrativa museográfica.
De Leonardo da Vinci se conocen
centenares de dibujos. La Galería
Albertina de Viena, el Museo Metropolitano de Nueva York o el Louvre de Paris, cuentan
con papeles espectaculares.
El mayor acervo se encuentra en la
Colección Real de Londres. Con base en la información que aparece en la página
web de la Colección, la institución cuenta con alrededor de 600 dibujos entre los
cuales hay bocetos de distintas temáticas: anatomías, animales, paisajes,
proyectos tecnológicos, rostros.
Si 2015 fue declarado como el año
dual entre México y el Reino Unido por el gobierno de Enrique Peña Nieto y se
promovieron proyectos de intercambio cultural, ¿por qué Rafael Tovar,
presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, se conformó con
una exposición tan modesta y menor, cuándo en la Colección Real de Londres
existe un cuantioso acervo para ofrecer a los mexicanos un servicio cultural
digno y de verdadera calidad?